Ante El (Sin Reservas)
- favcoamo
- Mar 31
- 2 min read

Un Encuentro que lo Cambió Todo
La historia de Bartimeo nos muestra lo que significa aferrarse a la esperanza cuando todo parece perdido. Imagina por un momento vivir sin haber visto nunca un amanecer, sin saber cómo es el rostro de tu madre, sin conocer los colores de una flor. Así era la vida de Bartimeo: una existencia en la que dependía de lo que otros le contaban para entender el mundo que lo rodeaba.
Pero un día, todo cambió.
Bartimeo estaba ciego, pero su corazón veía con claridad. Él había escuchado historias sobre Jesús: que sanaba, que restauraba, que traía esperanza a los que no tenían nada. Y cuando supo que Jesús pasaría cerca, no dejó que su condición lo detuviera.
La multitud lo rodeaba, la gente se movía de un lado a otro, y él, sin poder ver, solo podía confiar en sus oídos y en su fe. Sabía que tenía una oportunidad y no iba a desperdiciarla.
Cuando Jesús se acercó, Bartimeo comenzó a gritar con todas sus fuerzas:
”¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!”
La gente lo reprendía, le pedían que se callara, pero él no se dejó intimidar. Sabía que esta era su oportunidad y gritó aún más fuerte.
Jesús escuchó su clamor. Se detuvo. En medio de toda la multitud, de todo el ruido, de todas las voces, Jesús puso su atención en un ciego que no tenía nada más que su fe.
Y entonces, lo llamó.
Cuando Bartimeo escuchó que Jesús lo llamaba, hizo algo sorprendente: soltó su capa.
Para muchos, esto podría parecer un detalle sin importancia, pero su capa era más que un pedazo de tela. Era su identidad, su única pertenencia, lo que lo identificaba como un mendigo, como alguien que dependía de la compasión ajena para sobrevivir.
Pero en el momento en que Jesús lo llamó, Bartimeo dejó todo atrás. Su acto fue una declaración de fe: “Si Jesús me llama, ya no necesito más nada. Él cambiará mi historia.”
Cuando Bartimeo llegó ante Jesús, el Maestro le hizo una pregunta que parecía obvia:
”¿Qué quieres que haga por ti?”
Cualquiera podría haber respondido por él: “¡Jesús, es ciego! ¡Quiere ver!” Pero Jesús quería que Bartimeo declarara su necesidad con su propia boca.
“Señor, que recobre la vista.”
Jesús, conmovido por su fe, le dijo: “Tu fe te ha salvado.” En ese instante, Bartimeo recibió su milagro. Sus ojos se abrieron, y lo primero que vio fue a Jesús.
Desde ese día, Bartimeo no volvió a ser el mismo. No regresó a su vida de antes, no volvió a mendigar. La Biblia dice que siguió a Jesús glorificando a Dios. Su fe no solo lo sanó físicamente, sino que transformó completamente su vida.
Y esa es la clave: cuando Jesús nos llama, debemos estar dispuestos a soltar nuestras capas, a dejar atrás todo lo que nos ata y nos limita, para seguirlo sin reservas.
¿Cuál es tu Capa?
Todos tenemos capas que nos aferran a nuestra vieja vida: orgullo, miedo, inseguridad, dudas, heridas del pasado. Pero hoy, Jesús te está llamando.
¿Estás dispuesto a soltarlo todo y seguirlo?
Jesús sigue pasando, sigue llamando, sigue sanando. Solo necesita que hagas lo que hizo Bartimeo: clamar con fe, soltar tu capa y acercarte a Él.
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