Ante El: Yo Soy la Cosecha

Tú eres la mejor parte de la cosecha

Imagina esto sembraste una semilla. Tal vez fue un árbol de aguacate, una matita en el patio o algo simbólico que ofreciste al Señor. Lo hiciste con alegría, creyendo que esa primera cosecha, esa primicia, le pertenece a Dios. Y aunque no sabías si volvería a brotar, sembraste en fe… y Dios te devolvió con bendición multiplicada.

En la Biblia, el pueblo de Israel celebraba una fiesta llamada las primicias. Era un acto espiritual profundo ofrecían a Dios la primera parte de su cosecha como señal de gratitud y fe. ¿Por qué? Porque reconocían tres verdades poderosas

1. Todo lo que tengo viene de Dios.

2. Lo primero le pertenece a Él.

3. Lo entrego con fe, creyendo que lo mejor está por venir.

Ahora, ¿sabes qué es lo más increíble de todo esto? Que Jesucristo mismo fue la primicia. Él fue la primera semilla que murio para darnos vida a todos. Fue consagrado, separado, puro como el pan sin levadura. Y cuando resucitó, fue como esa primera cosecha que garantiza que vendrán muchas más.

Cristo resucitó, y tú también puedes resucitar con Él.

Tú eres parte de esa próxima cosecha. Tú eres la evidencia de que Dios sigue obrando, sigue dando vida, sigue levantando al que estaba caído.

Tal vez hoy sientes que hay áreas muertas en tu vida tu fe, tu ánimo, tu familia, tus sueños. Pero hoy es día de resurrección. Así como Tomás, que al principio no creía, pero luego tocó al Maestro y fue transformado, tú también puedes ser transformado.

Jesús resucitó para mostrarte que tú eres la mejor parte de la cosecha. No porque lo merezcas, sino porque Él te amó primero y entregó su vida por ti.

Así que, entrégale tu corazón, entrégale lo primero, lo mejor. Lo que viene será más grande, porque quien sembró con lágrimas, cosechará con alegría. Tú eres esa cosecha.