Piedras que Impiden la Resurrección

Todos en algún momento hemos sentido esa molestia persistente: una pequeña piedra en el zapato que interrumpe nuestro caminar. Así sucede también en nuestra vida espiritual. A veces, hay cosas que impiden que veamos lo que Dios ya ha determinado hacer con nosotros. Y no se trata de que Dios no quiera obrar… sino de que hay una piedra que aún no hemos querido quitar.

En esta última parte de la serie “Piedra en el zapato”, recordamos una poderosa verdad cuando obedecemos y quitamos lo que estorba, el poder de resurrección se manifiesta en nuestra vida. Dios no solo quiere consolarte… Él quiere resucitar lo que parece muerto.

Jesús oró al Padre en Juan 17:12 diciendo “Ninguno se perdió”. Excepto Judas, el hijo de perdición. Eso nos muestra que aún en medio de la batalla, Dios guarda a los suyos. Pero también nos recuerda que hay cosas que mueren en medio de la lucha: relaciones, sueños, sensibilidad espiritual, incluso la fe.

Como soldados que regresan del campo de batalla, a veces volvemos “completos por fuera”, pero con partes rotas por dentro. ¿Qué ha muerto en ti en medio de la prueba? ¿Qué herida estás arrastrando sin sanar?

El llamado hoy es claro Quita la piedra. Quita el dolor, la duda, la decepción, el orgullo, el pecado oculto. No te acostumbres a caminar con la herida. Dios quiere darte una vida resucitada, no una vida a medias.

En Juan 11, antes de resucitar a Lázaro, Jesús dio una orden “Quitad la piedra.” Muchos tienen una promesa, pero no ven la gloria… simplemente porque no han querido remover la piedra que tapa la tumba.

La piedra puede ser el límite entre la fe y la duda, entre lo prometido y lo perdido. Dios ya tiene un milagro para ti, pero está esperando tu obediencia. A veces nos excusamos “Señor, ya apesta… ya es tarde… ya no vale la pena.” Pero Jesús responde “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?”

Hay momentos en los que parece que todo está perdido… y justo ahí, Dios se manifiesta con más poder. No porque Él no pueda hacerlo antes, sino porque en tu quebranto, tu corazón está más listo para recibir el milagro.

“Quita la piedra. Cree. Habla. Decláralo. Recíbelo.”

No te conformes con una ligera llovizna. Como el joven del libro El hacedor de círculos, arrodíllate con fe y ora por lluvia torrencial de bendición. Cree por un milagro completo: en tu familia, tus emociones, tus finanzas, tu propósito, tu llamado.

La piedra en tu zapato puede parecer pequeña… pero si no la remueves, te detendrá en el camino. Hoy es día de decir:

“¡Fuera piedra! Yo creo en la promesa. Yo creo en la resurrección. Yo creo en la gloria de Dios sobre mi vida.”

Haz esta oración Señor, hoy reconozco que hay piedras en mi camino que me han robado la fe, la sensibilidad y la esperanza. Pero en el nombre de Jesús, decido quitarlas. Declaro que ya no cargaré más con el dolor, la duda ni el miedo. Creo en tu poder de resurrección. Resucita en mí lo que parecía perdido. Haz llover bendición sobre mi vida, no solo una llovizna, sino una lluvia torrencial. Hoy me levanto creyendo que veré tu gloria. Amén.

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Todo lo que das por amor a Dios, Él lo multiplica. Jesús prometió: ‘Recibirás cien veces más ahora, y vida eterna después’ (Marcos 10:30).