¿Qué Haremos Ahora?
- favcoamo
- Jul 13
- 2 min read

Por: Pastor Miguel Collazo
En Hechos capítulo 2, algo extraordinario ocurrió el Espíritu Santo descendió y transformó vidas en un instante. Y hoy, esa misma transformación aún está disponible. No es cosa del pasado. Es una promesa viva, una oportunidad que puede marcar tu historia… si estás dispuesto a abrir el corazón.
Cuando Pedro predicó en Pentecostés, la multitud no solo escuchó, fue traspasada de corazón. Esa palabra los confrontó, los quebró, y los empujó a hacer la gran pregunta “¿Qué debemos hacer?” La convicción no es condenación. La verdadera convicción produce un cambio real, un arrepentimiento sincero, y un deseo profundo de volver a Dios, sin vergüenza, sin miedo.
Como creyentes, tenemos algo que el mundo no puede ofrecer el Espíritu de Dios habitando dentro de nosotros. Esa presencia nos da propósito, identidad, poder para orar, sanar, perdonar y vivir en victoria. Esto no es religión. Es relación. Es plenitud. Es fuego real que cambia el alma y transforma tu mente.
Muchos se alejan de Dios porque fallaron. Tal vez viniste una vez… y caíste. Viniste otra… y caíste otra vez. Entonces dijiste: “Ya no puedo volver”. Pero la Biblia dice “Siete veces cae el justo, y siete veces lo levanta Dios”. No te castigues, vuélvete a Dios. Él no te condena. Te restaura. Te ama. Te está esperando.
Cuando verdaderamente has sido tocado por Dios, no puedes quedarte en silencio. Hay un fuego en los huesos, como decía Jeremías: “Intenté callar, pero no pude”. Es tiempo de encender ese fuego otra vez. No por emoción, sino por revelación. Porque sabes que Dios te libró, te sanó, te rescató. ¿Cómo no hablar de eso?
¿Y ahora qué?
Esa fue la pregunta que hicieron en Pentecostés… y sigue siendo la gran pregunta ¿Qué vas a hacer con lo que Dios te ha dado? ¿Vas a seguir igual… o vas a dejar que el Espíritu Santo te llene por completo? ¿Vas a encender el fuego… o lo vas a dejar morir?
Hoy, puedes salir lleno. Hoy puedes comenzar tu avivamiento personal. No necesitas una palabra profetica, ni una emoción pasajera. Solo necesitas abrir el corazón, dejar que Él sople dentro de ti, y permitir que Su palabra viva te transforme desde lo más profundo.
La promesa sigue vigente. Es para ti. Para tus hijos. Para todos los que el Señor llame.¿Qué esperas para encender el fuego?
Comments