"Soplo de Vida: Volviendo a Encender el Fuego de Dios en Nosotros"

Todos recordamos la emoción del primer amor. Ese deseo intenso de no soltar el teléfono, de no dejar de hablar, de no querer desconectarse. Así también fue nuestro primer amor con Dios lleno de pasión, entrega y deseo de buscarle constantemente. Pero con el tiempo, esa llama puede apagarse no porque Dios se haya ido, sino porque dejamos de echarle leña al fuego.

La Palabra nos recuerda en Levítico 6:13: “El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.” Ese altar hoy es nuestro corazón. Dios fue quien encendió el fuego con su amor y su Espíritu, pero nosotros somos los responsables de mantenerlo encendido.

Hay momentos en la vida en los que la fe se debilita, la oración se vuelve silencio y sentimos que el alma se enfría. La rutina, el pecado, el cansancio o la falta de propósito pueden apagar el fuego interior. Pero no todo está perdido.

Jesús dijo en Lucas 12:49: “He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!” Ese fuego representa el Espíritu Santo que transforma, da dirección, propósito y vida.

Así como en Génesis 2:7 Dios sopló aliento de vida sobre Adán y lo hizo un ser viviente, y como en Hechos 2 el Espíritu Santo descendió como viento y fuego sobre los discípulos, hoy Dios también quiere soplar sobre ti.

Quizás te sientes como un hueso seco, como en la visión de Ezequiel 37. Pero Dios te dice “Espíritu, sopla sobre estos huesos y vivirán.” Cuando Él sopla, lo muerto resucita, lo seco florece, lo roto se restaura. Ya no vives sin rumbo. Ahora hay propósito, vida y poder.

Este es tu momento para volver a encender el fuego. No vivas con una fe apagada. Hoy puedes recibir un soplo de vida, una renovación del Espíritu Santo en tu corazón. Solo necesitas decirle: “Señor, sopla sobre mí. Aviva Tu fuego en mi vida.”